Día 19: El enojo

Quien me conoce de cerca sabe que enojada soy el demonio de Tazmania, sí, sé que mi luz y bondad trasmina la pantalla pero la verdad he pasado un proceso largo y desgastante para contener mi furia. Hagan de cuenta que soy Hulk en potencia. Confieso que el enojo no es del todo malo, es la energía necesaria para levantarse cuando te hieren o para tomar el teléfono para confrontar “como una dama” a quien se dedica hablar mal amparada en su libertad de expresión (chiste local). El enojo es la gasolina para no rendirse y seguirlo intentando una, otra, otra, otra y otra vez (…por 5 años y contando).

El enojo me incomoda y me hace actuar para mejorar el mundo, por lo menos el cachito donde soy parte. El enojo es la tisana de las emprendedoras, sí, tiene que estar presente en cantidad suficiente para dejarte actuar sin amargarte. Controlar el enojo cuando hierves ante un puñado de oportunistas mientras te brincan los ojos, no es fácil, pero tampoco vas (voy) hacer rehén de tus (mis) emociones; por eso hay que cuidar de no engolosinarnos con el enojo, uno puede volverse insoportable.
También hay que considerar la razón del enojo y sin duda es triste que llamar la atención a veces sea molestar, pero bueno, nadie se va a poner aquí a llorar por huellas de abandono (otro chiste local).
Lo malo del enojo es herir a los demás, y lo malo de herir con palabras es que son clausurantes e irreversible. ¿Qué si yo he herido enojada? Sí, miles, millones de veces. ¿Me he arrepentido? Sí, miles, millones de veces. Y lo peor es que soy medio sanguinaria, ojete. Puedo decir a mi favor que siempre está plenamente justificado, pero… a veces pesa más en mí, las personas, que el enojo o tener la razón. Por ello, suelo buscar formas medianamente creativas para enmendar mi culpa. Finjo olvidar (lo cual es mega falso) y espero que mi chispa sea suficiente. Espero que para esa persona también sea más importante la amistad, que tener la razón.
Al final del día, dudo que alguien tenga la titularidad o los derechos exclusivos de la verdad absoluta.

Tengo dos notas morbosas. La primera estaba tan enojada por una historia muy larga de un refrigerador y SEARS, que cuando por fin lo entregaron en casa, los pobres del servicio llegaron justificando su tardanza (creo pensaron era una especie de monstruo) y para cuando me sellaron la garantía en la tienda, mejor mande a mi marido porque me dio terrible pena haber sido tan mala. La segunda, después de mi post: BONITA, una amiga me regaló un curso personalizado de cambio de imagen que incluye un détox de mi closet y estoy muy feliz.

Sigamos trabajando…
Sean felices

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P.D. Te doy permiso de observarme 366 días en mi camino por ser emprendedora. Va la canción del post. ¡¡Los amo!!

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