Rendirse
es una idea que lleva tiempo rumiando en mi cabeza, es fácil, práctica, cómoda
podría agregar. Rendirse resolvería mis problemas económicos. Es un consejo
constante, común. ¡No seas tan ambiciosa!
¿Por qué no comienzas con algo más pequeño? ¿Por qué no lo dejas en pausa
por un tiempo? No puedes tenerlo todo en
la vida. Son las frases que más he escuchado en los últimos años. Rendirse
es aceptar lo que sea. “No tienes dinero”
“Estás jodida” Han sido los argumento para que “acepte” como si fuera una
vagabunda a la salida del metro pidiendo limosna, como si tuviera que
conformarme.
Rendirse
es aceptar que lo fácil y vulgar es fallar.
Fácil
es sobornar el entusiasmo por un cheque mientras te quejas de un Jefe con cara
de harto, automatizado desde la madrugada y a fuerza de hábito, ser feliz abrazando un yugo. Fácil es hacer la farsa
con frases de cortesía y diminutivos mientras te acostumbras a las molestias
del trato humano.
Ser
emprendedora es aventarse de un avión sin paracaídas y esperar que el golpe no
duela, pero la verdad es que duele mucho y se llora bien seguido. Ser
emprendedora es quedarse sola; es no tener horario y trabajar un domingo desde
las 4 de la mañana; es un trabajo de 100%; es creer en la intuición; es…
hacerlo, en presente. No existen los momentos perfectos. Ser emprendedor no es algo
que “quieres” hacer para cuando todas las condiciones estén listas; o algo que
puedas hacer en una o dos horas antes de dormir; o algo para los fines de
semana.
¿Alguna
vez ha pasado por mi mente rendirme? Sí, muchas veces. ¿Alguna vez me he
rendido? Sí, dos veces. La primera, con mi madre, tratar de entender es
imposible, así que sólo me alejo el tiempo y distancia necesaria para que no me
haga daño, y llegué al punto ¿qué no sé qué sentir? La segunda… es más o menos
igual.
Rendirse
es mediocre y yo odio la mediocridad, pero más odio el amor desinfectado que
tolera hasta desaparecerte. Yo todo lo observo, pienso, escucho, huelo y
saboreo: siento. Soy adicta a sentir, al dolor inadulterable, a los malos
comienzos y a besar poquito a poquito hasta lograr la sintonía, el ritmo
perfecto. Ese que te enciende cuando te rodea y difícilmente te abandona. Soy
curiosa, soy una emprendedora, una alma libre.
Sean
felices.
@angymeza
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P.D. Te doy permiso de
observarme 366 días en mi camino por ser emprendedora. La musicalización
del post mientras escribo es la siguiente canción.
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