Los
momentos crudos son los que simplemente suceden sin planear ni poner mucho
mérito o resistencia: se acomodan y te toman por sorpresa sin adornos o poses. De
pronto esta frente a esa persona, ese micrófono, en esa banqueta, en esa silla,
en ese elevador o en ese café. Sin opción para salir corriendo.
Los
momentos crudos tienen la magia o la desgracia de ser punto de arranque sin
banderazo de salida ni tren de aterrizaje, porque en la vida real, los inicios
y los finales no vienen después de música de fondo o cortes comerciales; y
nunca sabrás su verdadero calibre sino hasta que suceden. Los momentos crudos
son más allá de la euforia de los amores descompuestos, roncos o torpes que te
vuelven traslucida, aunque obvio, cuentan. Los momentos crudos son el inicio de
algo grande, muy grande.
Me
han sucedido un sin número de momentos crudos, desde los triviales y absurdos
hasta las que ameritan letras negras en mi curriculum. Los momentos crudos me
han tomado con el corazón abierto y su canto, a veces, me cegó. Algunos
dolieron y su factura emocional fue demasiado alta; unos se volvieron peligrosos
por el apego y magia adictiva; otros me regalaron increíbles amigas y aliadas;
pero todos me hicieron fuerte, valiente.
Como
la vez, que mis convicciones fueron superadas y ruborizadas a sabiendas que el
calor era artificial y cual leprosa emocional, roge por un abrazo; o cuando mandé un correo y terminé boletinada
en toda la UNAM sin empleo; o cuando creí en la amistad y fui violada por un
compañero de la Universidad. Sí, los momentos crudos pueden ser nocivos y
dejarte varada en la cúspide de la nada sin saber qué paso. Los momentos crudos
pueden ser la desazón y extenderse cual hemorragia hasta amargarte y darte un
buen pretexto para sentir lastima de tu vida.
Los
momentos crudos son augurios, bueno eso quiero pensar.
Como
la mañana que conocí a Vanessa. Fue en la Roma en una reunión de mujeres
emprendedoras. Ella vendía camisetas, yo ya tenía a Amigos. Compartimos un taxi
e hicimos clic. Fue la encargada de logística de nuestro Tercer Aniversario y
luego se fue. Vivimos nuestro propio proceso y volvimos a coincidir, sin saber
el alcance de nuestra amistad pero a sabiendas que somos parte de un gran
engrane que nos hace mejorar en más de una forma.
O
la vez que conocía a Gaby P. Fue en un Foro en el Senado. Ella llevaba yeso en
una pierna. Pasaron muchas cosas y bien no recuerdo cuando surgió nuestra
Alianza, pero me encanta que fluye sin mucho esfuerzo, porque simplemente
tenemos visiones compartidas de un mundo mejor. O hace miles de años que conocí
a Eva en la secundaria sin saber que sería tan importante en mi vida y juntas
hemos vivido de todo y podemos reírnos hasta al ir al súper.
Podría narrar la historia de todas y el post sería eterno, quizás otro día.
Lo
importante es decir que sin importar lo rudo del momento crudo, será tu coraje
y rebeldía lo que te hará caminar hacia delante. Quizás reinicies de forma
atropellada, con tartamudeó, llorando y sin poder completar ninguna frase. Date
tiempo, la magia es apabullante y acaba por iluminar.
Sigamos
trabajando…
¡Los
quiero! Sean felices
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P.D.
Te doy permiso de observarme 366 días (es año bisiesto) en mi camino por ser
emprendedora. Va la canción del post. ¡¡Los amo!!
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