Me declaro culpable


Mi adicción por la relatividad combinada con inapetencia hacia el orden, el profundo y arraigado terror a la disciplina y el empalagamiento por la ontología; son las razones por las que arrastro vidas uniformes y grises, hasta hacerlas extender su mano al azar y la curiosidad.
Mi elocuencia es tan convincente, que terminan por aceptar que las fronteras son deslindes impuestos como el calendario, y perder el equilibrio, deja de ser un fractura fatal. Jubilosas se regalan nuevas reglas aún con la exigencia consigo y los demás.

Una mente analítica calcula y sabe exactamente como maniobrar, pero mis argumentos se afilan con emoción en medio de una expresión de asombro indescriptible, al acentuar afinidades cuya indefinición parecía inexistente, y cual mernengue, se engolosinan con mi anarquía, por que hacer suyo lo inefable es tan sublime como común e irritante despertar solo en medio de compañía.

Y por ello, soy su verdadero interlocutor.

Comentarios